Respuesta a las mamás que alguna vez perdieron un bebé – Mami Obstetra

Respuesta a las mamás que alguna vez perdieron un bebé

perder un bebéHace poco me enteré que la hermana de una amiga estando ya en el noveno mes de embarazo no sentía que su bebé se moviera, fue a su doctor y le dieron la noticia más triste que le pueden dar a una futura madre… su bebé había muerto en su vientre. Ella estaba destrozada, no quería hablar con nadie… y no pude evitar recordar todo lo que viví unos años atrás y cómo fue mi proceso de sanación, al principio no quería ver a nadie, todo me recordaba a mi bebé…, me enemiste con Dios y me hacía tantas preguntas y me culpaba de lo que había sucedido con mi hija, decidí encerrarme y leer, encontrarme conmigo misma, leí mucho en ese tiempo, llegaron a mis manos libros sobre pérdida, aprender a sobrellevar el dolor y también libros de autoayuda. Uno de los libros que recuerdo a ver apreciado muchísimo en esta época fue el libro de Louise Hay llamado Amar sin condiciones, si bien es cierto este libro no habla en su totalidad sobre la pérdida o la muerte, tiene un capítulo que se llama «La elección de nuestros padres», debo decirles que este capítulo me hizo derramar lágrimas y tal vez encontrar la respuesta que andaba buscando, sí.. la respuesta a las preguntas que siempre le hacía a Dios en esta etapa ¿Por qué mi hija se tuvo que ir? ¿Por qué si soy una buena mujer.. te llevas a mi hija..?, ¿por qué si yo la iba a amar con todo el corazón?, ¿qué hice yo para merecer esto?

 

Les dejo aquí el capítulo y aunque tal vez para todos no sea un consuelo o una buena respuesta, quería compartirlo con alguna mujer que esté o haya pasado por esta situación y no encuentre respuestas, espero de todo corazón y con humildad que esto pueda ayudarte tanto como a mí.

[…]
13. La elección de nuestros padres.

Afirmación: «Hago mis elecciones con mi sabiduría interior y con amor».

La comprensión de nuestra elección.

Yo creo que nosotros escogemos a nuestro padres. Cada uno de nosotros decide encarnarse en este planeta en un momento particular del tiempo y en un lugar preciso del espacio. Hemos elegido venir aquí a aprender una lección especial que nos hará avanzar en nuestra senda evolutiva espiritual. Escogemos nuestro sexo, el color de nuestra piel, nuestro país, y luego miramos a nuestro alrededor en busca de los padres que reflejen la pauta en la que queremos trabajar en esta vida. Los escogimos porque eran perfectos para nosotros. Ellos son la pareja perfecta de «expertos» en lo que hemos elegido aprender. Las lecciones que hemos venido a aprender calzan perfectamente con las «debilidades» de nuestros padres. Sí, escogiste los padres correctos; si no, no estarías aquí ahora. Si realmente hubieras cometido un error en la elección de padres, habrías dejado el planeta muy pronto. Pienso que esa es la causa de que haya niños que no lleguen nacer o que mueran cuando son bebés. Esas son maneras fáciles de dejar el planeta. O bien la entidad vino demasiado pronto para la lección que tenias que aprender o se equivocó en la elección de sus padres.
Adquirimos nuestro sistema de creencias cuando somos muy pequeños y luego nos movemos por la vida creando experiencias que encajen con nuestra creencias. Mira hacia atrás en tu vida y verás cuán a menudo has pasado por las mismas experiencias. Ahora bien, yo creo que te has creado esas experiencias una y otra vez porque reflejan alguna creencia que tienes de ti. En realidad no importa durante cuánto tiempo hayamos tenido algún problema, ni lo grande que sea, ni cómo nos ha tratado la vida. Has de saber que cualquier situación negativa que haya existido en el pasado puede cambiarse ahora. Antes de venir a este planeta, escogemos la lección en la que vamos a trabajar. De todos modos, sea cual fuere nuestra forma de enfocarlo, el tema es siempre el amor: cuánto podemos amarnos a nosotros mismos, a pesar de todo lo que hayamos hecho en nuestra vida. Y antes de venir, creo que lo primero que hacemos después de elegir nuestra lección, es escoger nuestra sexualidad. ¿Qué sexualidad vamos a tener esta vez? ¿Elijo ser mujer porque eso me proporcionará determinadas experiencias, o escojo ser hombre porque son experiencias de otro tipo lo que necesito esta vez? ¿Elijo ser heterosexual por la clase de experiencias que me ofrece, o escojo ser homosexual porque necesito experiencias totalmente diferentes? […]
Y luego decidimos en qué lugar del planeta vamos a nacer. También tendremos experiencias diferentes según el lugar que escojamos. Si nacemos en África, esto significa un conjunto de 50 circunstancias enteramente distintas de las que nos encontraremos si nacemos en Australia, Alaska, Liverpool o Los Ángeles. Todas son circunstancias diferentes con distintos problemas que enfrentar.
Y una vez que tenemos todo esto, miramos a nuestro alrededor con mucha atención en busca de la perfecta pareja de padres que reflejen lo que venimos a aprender. Sé que muchos de nosotros, cuando crecemos, miramos a nuestros padres y decimos: «Bueno, vosotros me hicisteis así. La culpa es vuestra». Pero yo creo que los escogimos porque eran perfectos para lo que queríamos aprender en esta vida. Y ellos nos eligieron a nosotros por la misma razón. ¿Cuán dispuestos estamos a amar? ¿Cuán dispuestos estamos a ser fieles a nuestra naturaleza? ¿Y a amarnos y apreciarnos a nosotros mismos? Todas las cosas que experimentamos son medios para nuestro crecimiento espiritual. El prejuicio es tan ridículo… Nuestras experiencias no son ni buenas ni malas, son las experiencias que nuestra alma escogió. Y nos enfadamos cuando alguien nos dice que elegimos a nuestros padres. «¿Quién, yo? Yo no los habría escogido por padres.» Lo sé porque he pasado por lo mismo. Pero creo que si uno se hubiera equivocado con sus padres, habría abandonado esta vida muy pronto. Desde luego, antes de cumplir un año, y tal vez a las pocas horas de nacer. Si uno ha llegado hasta este momento, hoy, aquí, es que los padres que tiene son perfectos para lo que ha venido a hacer en esta vida. Y sea lo que sea aquello en lo que hemos de trabajar, lo haremos con ellos.

Perder a un hijo es entregar una parte de nuestro corazón a Dios y no encontrar respuestas a nuestros ¿por qué a mí?, espero de todo corazón y con humildad que esto pueda ayudarte tanto como a mí.

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